Nuestro amigo Toni nos sugiere un interesante artículo que ha encontrado en la web, con el cual te vas a ver identificado y ademas encontrarás respuesta a algo que quizá aún no te has preguntado,
¿Por qué corremos?
Un
corredor es como un anuncio de coches. Hoy lo ves por todas partes. Al
igual que si enciendes el televisor o miras hacia una marquesina. Ahí
estará el eslogan de un concesionario. "¿Te gusta conducir?” se ha
transmutado en "¿te gusta correr?”. Ellos, los corredores, trotan por
las aceras de las ciudades, llenan los parques, las zonas verdes. Y
aparecen a cualquier hora del día sin importar la climatología. Hombres y
mujeres que corren solos, de dos en dos o en grupos. De hecho, ya hay
quedadas por las redes sociales. El footing, aquel hobby de los 80 al que después se le llamó jogging y hoy denominamos running
ha regresado con fuerza. Incluso ya tiene su propia tragedia: los
atentados del maratón de Boston en los que murieron dos personas por la
deflagración de varias bombas caseras. La metralla iba directa a las
piernas de los maratonianos. Al símbolo de la zancada, el motor de la
superación, de querer llegar a la meta, sea esta cual sea.
La
cuestión, no obstante, es, ¿por qué corremos? ¿Por qué nos hemos
convertido en unos nuevos Forrest Gump? No nos hemos calado la visera y
los shorts, pero sí salimos con mallas, camisetas que
transpiran y múltiples aparatos para medir el kilometraje, la velocidad,
las pulsaciones de nuestro corazón y las calorías que gastamos. El
corredor del siglo XXI es mucho más biónico que aquel tipo ochentero,
pero la esencia es la misma: un paso tras otro, sin descanso, hasta
alcanzar el objetivo que cada uno tenga en la cabeza.
Varios
escritores-corredores se han hecho la misma pregunta en los últimos
años. Y desde perspectivas diferentes como la antropología, la política o
la filosofía han intentado darle luz. Porque correr no es lo mismo que
el boxeo. No tiene ese cariz de lucha contra el otro, de combate. No es
una metáfora de la vida tan cristalina: ganador versus perdedor. Tampoco
es un deporte de equipo. No apela a la colectividad ni a la
solidaridad. Es la lucha contra uno mismo porque sí, contra el destino
que cada uno se marque. Leer más...
FUENTE: http://www.jotdown.es